Las ciudades son un lienzo para la creatividad arquitectónica y el dinamismo de la vida urbana. En los últimos años, han asumido un papel adicional: el de laboratorios vivos para la innovación en arquitectura y diseño urbano. Las ciudades internacionales se han convertido en terrenos de experimentación para la tecnología arquitectónica, prácticas sostenibles y principios de diseño centrados en el ser humano que se prueban y refinan. Este cambio de paradigma no solo ha transformado los aspectos físicos de los entornos urbanos, sino que también ha redefinido la relación entre la arquitectura, la comunidad y el entorno construido.
Las ciudades son centros de productividad y crecimiento económico - con los ciudadanos más cerca, los gobiernos pueden llegar a más personas con servicios e infraestructura. Esta oportunidad trae consigo enormes problemas económicos, sociales y ambientales. A medida que aumentan las densidades de población y los recursos se vuelven más escasos, los desafíos que enfrentan los entornos urbanos se vuelven más complejos. En respuesta, las metrópolis han asumido el papel de "laboratorios vivos" - espacios donde se pueden explorar y evaluar nuevas ideas de diseño urbano y arquitectura bottom-up en entornos del mundo real.
Innumerables proyectos de Smart City en todo el mundo han transformado las metrópolis en centros de innovación. Estas iniciativas aprovechan la tecnología de última generación, aprovechando los datos y la participación ciudadana para co-diseñar entornos urbanos habitables. A nivel de barrios o localidades más pequeñas, estos proyectos han sido capaces de abordar desafíos urbanos complejos y probar innovaciones socio-técnicas en un campo de pruebas "real" de la ciudad. Abrazando el concepto de "laboratorios vivos", numerosas ciudades se han convertido en centros globales de experimentación arquitectónica:
Amsterdam
En la búsqueda de una vida urbana sostenible, Ámsterdam se ha convertido en la decimoquinta ciudad más tecnológica del mundo. Integrando soluciones de vanguardia, fomentando la colaboración y dando prioridad a la participación ciudadana, Ámsterdam es un ejemplo inspirador para las ciudades inteligentes de todo el mundo.
El proyecto de ciudad inteligente de Ámsterdam está a la vanguardia de la revolución energética. Las redes inteligentes facilitan la distribución, el consumo y la producción eficientes de energía en la ciudad. Estas redes actúan como una "central eléctrica virtual" que permite a los hogares vender a la ciudad, a cambio de un beneficio, el excedente de energía generado por sus paneles solares, turbinas eólicas y plantas de biomasa. Los contadores inteligentes y los sistemas de control de la energía en tiempo real permiten a los ciudadanos controlar y gestionar su consumo energético.
Además, el proyecto se dedica a construir un ecosistema de economía circular, pasando del uso único a la utilización restauradora y regenerativa de los recursos. La ciudad trabaja activamente para reducir su dependencia de nuevas materias primas y trazar los flujos de materiales para garantizar la conservación de recursos valiosos. El proyecto también pretende rediseñar las cadenas de productos y materiales para lograr una mayor circularidad.
La antigua zona industrial de Buiksloterham se está transformando en un distrito circular que integra espacios residenciales y comerciales. Buiksloterham actúa como campo de pruebas de la sostenibilidad y la circularidad, explorando métodos más inteligentes de uso de materiales, sistemas de circuito cerrado y la adopción de fuentes de energía locales y renovables.
Singapur
Singapur se ha convertido en un líder mundial en innovación urbana y sostenibilidad. Con su enfoque visionario, su completa infraestructura y su compromiso de aprovechar la tecnología, Singapur se ha convertido en un laboratorio viviente de soluciones para ciudades inteligentes.
Uno de los pilares del proyecto de ciudad inteligente de Singapur es su sólido sistema de transporte. La ciudad-estado ha implantado soluciones de movilidad inteligente que incluyen una amplia red de sensores, sistemas de gestión del tráfico en tiempo real y opciones integradas de transporte público. Los viajeros pueden acceder a información de viaje en tiempo real y pagar sus trayectos mediante tarjetas inteligentes y aplicaciones móviles. Estas iniciativas han reducido la congestión y los tiempos de viaje, creando una red de transporte sostenible.
El proyecto Ciudad Inteligente promueve con éxito prácticas sostenibles en entornos y sistemas urbanos. La ciudad-estado ha implantado sistemas innovadores de gestión de residuos, como un sistema neumático automatizado de recogida de basuras que minimiza la necesidad de camiones de basura tradicionales y reduce las emisiones de carbono. Singapur también está invirtiendo mucho en la gestión del agua y en soluciones de eficiencia energética, como redes inteligentes y generación de energía solar.
Barcelona
En el corazón del proyecto Barcelona Smart City se encuentra la visión de aprovechar la tecnología y los datos para mejorar la calidad de vida de sus residentes. El proyecto se estructuró en torno a cinco ejes: iniciativas de datos abiertos; iniciativas de crecimiento sostenible de la ciudad; innovación social; fomento de alianzas entre centros de investigación, universidades y socios privados y públicos; y prestación de "servicios inteligentes".
El proyecto Barcelona Smart City reimagina los espacios urbanos para mejorar la habitabilidad y fomentar el compromiso de la comunidad. Mediante la revitalización de plazas públicas, parques y zonas peatonales, Barcelona ha creado espacios inclusivos que unen a las personas. La ciudad ha integrado tecnologías inteligentes en estos espacios, como iluminación inteligente, papeleras inteligentes y sensores de ruido para mejorar la seguridad y la comodidad en los espacios públicos.
En el ámbito de la gobernanza basada en datos, Barcelona se ha convertido en un modelo para ciudades de todo el mundo. La ciudad ha adoptado iniciativas de datos abiertos como el Sistema Operativo de la Ciudad, facilitando el acceso público a la información. Las iniciativas de datos abiertos de Barcelona han impulsado el desarrollo de numerosas aplicaciones y servicios de ciudad inteligente, desde herramientas de planificación urbana hasta plataformas de información en tiempo real.
Ciudades centradas en el ciudadano
Lo que tienen en común los proyectos de ciudades inteligentes de Ámsterdam, Singapur y Barcelona es su enfoque centrado en el ciudadano. El Smart Nation Fellowship Program de Singapur y la Smart Nation Sensor Platform han brindado a los ciudadanos la oportunidad de contribuir a las iniciativas de las ciudades inteligentes. El gobierno de Barcelona ha creado plataformas digitales como Decidim Barcelona para permitir a los residentes participar en los procesos de toma de decisiones. El Plan Barcelona Ciudad Digital - una hoja de ruta estratégica para la transformación digital de la ciudad- se creó mediante un proceso de colaboración en el que participaron ciudadanos, empresas y diversas partes interesadas. El Smart Citizens Lab y la Smart City Community implican a los "Amsterdammers" en el futuro de su entorno construido.
Las ciudades como laboratorios vivos fomentan una cultura de cocreación y colaboración. La arquitectura y el diseño urbano, lejos de ser dominio exclusivo de los profesionales, conforman profundamente las experiencias colectivas de los ciudadanos. Al implicar a los residentes en el proceso de diseño, las ciudades capacitan a las personas para contribuir a sus barrios y comunidades. El diseño participativo centrado en el ser humano garantiza que el entorno construido refleje las necesidades y aspiraciones de sus diversos habitantes.
A medida que las metrópolis crecen y se enfrentan a retos complejos, el papel de la arquitectura y el diseño urbano se hace cada vez más vital. Las ciudades como laboratorios vivos ofrecen un prometedor camino a seguir, en el que las ideas innovadoras pueden ponerse a prueba, perfeccionarse y, en última instancia, integrarse en el tejido de la vida urbana. Aprovechando el poder de la colaboración y el compromiso de la comunidad, las ciudades pueden convertirse en entornos vibrantes, integradores y resistentes que mejoren la calidad de vida de las generaciones venideras.
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